El gráfico dijo que no. Pero tu ego dijo que sí. Y así intercambiaste el patrón — no porque funcionara, pero porque necesitabas sentirte bien. ¿Adivina qué pasó después?
Cuando dejes de intentar hacer que el mercado haga lo que tú quieres, y comienza a escuchar lo que está tratando de mostrarte. Finalmente te conviertes en un comerciante.