Aquí hay algo interesante que acaba de salir a la luz: resulta que el Tesla Cybercab que Musk ha estado promocionando tiene un obstáculo legal que impide que se venda tal y como él prometió. No es precisamente un detalle menor.

Uno pensaría que, antes de hacer grandes anuncios sobre vehículos autónomos revolucionarios, alguien se habría asegurado de que realmente, ya sabes, pudieran legalmente ponerlos en el mercado. Pero, aparentemente, ese paso se saltó.

Lo más curioso es cómo esto refleja algunos patrones que hemos visto en otros ámbitos. Grandes promesas, presentaciones llamativas y luego la letra pequeña termina alcanzándoles. ¿Recuerdas cuando ciertos proyectos de criptomonedas prometían el oro y el moro antes de darse cuenta de que existían marcos regulatorios?

Toda la situación plantea preguntas sobre la diligencia debida en los anuncios tecnológicos. Cuando figuras influyentes hacen compromisos sobre lanzamientos de productos —ya sean vehículos, tokens o plataformas— la brecha entre la visión y la realidad legal puede ser enorme.

Te hace preguntarte qué más no se ha revisado a fondo antes de venderse al público como algo cerrado.