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¡El zar de las criptomonedas y la IA de la Casa Blanca bajo fuego! Controversia por no deshacerse de 708 inversiones y lucrarse

El New York Times publicó recientemente una investigación en la que acusa al zar de la IA y las criptomonedas de la Casa Blanca, David Sacks, de promover políticas que podrían beneficiar sus inversiones en tecnología y cripto mientras ejercía como empleado especial del gobierno. Aunque previamente afirmó haber vendido más de 200 millones de dólares en posiciones, de los cuales unos 85 millones correspondían a activos personales, el NYT señala que en su declaración financiera aún conserva 708 inversiones tecnológicas, 449 de ellas relacionadas con IA.

El NYT acusa que 708 inversiones no fueron totalmente desinvertidas

白宮AI加密沙皇涉政策圖利

(Fuente: The New York Times)

Según informa el NYT, Sacks, cofundador de Craft Ventures, poseía previamente una gran cantidad de activos en IA y criptomonedas, incluidas al menos 20 inversiones vinculadas a criptoactivos. Este volumen de inversión no es inusual en el ecosistema de capital riesgo de Silicon Valley, pero cuando los inversores asumen cargos gubernamentales, surgen dudas sobre posibles conflictos de interés. El argumento central del NYT es que Sacks, al impulsar políticas sobre IA y criptomonedas, podría estar beneficiando su propio portafolio de inversiones.

Aunque afirmó haber vendido más de 200 millones de dólares en posiciones, de los cuales unos 85 millones eran activos personales, el NYT destaca que en su declaración financiera retuvo 708 inversiones tecnológicas, 449 de ellas relacionadas con IA. Esta cifra resulta impactante y sugiere que el portafolio de Sacks está altamente concentrado en los ámbitos sobre los que él mismo establece políticas. Por ello, se cuestiona si, al participar en la elaboración de políticas, no ha mantenido intereses financieros que no ha desinvertido completamente.

La investigación del NYT también pone en duda la transparencia de la asistencia real de Sacks, sugiriendo que podría haber rozado los límites normativos. Como empleado especial de gobierno a corto plazo, Sacks no puede superar los 130 días al año, pero el reportaje cuestiona si los días efectivamente trabajados y su grado de implicación en políticas superaron ese tope. Esto apunta a una cuestión más profunda: si el estatus de empleado especial se utiliza para eludir regulaciones más estrictas sobre conflictos de interés.

Puntos clave de las acusaciones del NYT

Volumen de inversión: Conserva 708 inversiones tecnológicas, 449 de ellas relacionadas con IA

Desinversión incompleta: Aunque vendió 200 millones en posiciones, mantiene numerosos activos relacionados

Sesgo en políticas: Las políticas sobre IA y criptomonedas que impulsa podrían beneficiar sus inversiones

Falta de transparencia: La asistencia real y el nivel de participación en políticas no se han hecho totalmente públicos

El reportaje también destaca la estrecha relación de Sacks con varias empresas de IA y sostiene que debería presentar declaraciones más transparentes, especialmente dada su implicación simultánea en políticas de exportación de chips, transacciones internacionales de chips de IA y la configuración tecnológica de Silicon Valley. La acumulación de estos roles incrementa el riesgo de conflicto de intereses, pues cualquier decisión política podría impactar simultáneamente a varias industrias relacionadas.

Desde la perspectiva de la ética periodística, el informe del NYT se basa en declaraciones financieras públicas y entrevistas, sin recurrir a filtraciones anónimas ni informaciones no verificadas. Sin embargo, el rigor en el proceso de inferencia de hechos a conclusiones es el centro del debate. El NYT considera que la mera existencia de esas 708 inversiones supone un conflicto de interés potencial, mientras que Sacks sostiene que, siempre que se haya seguido el proceso de revisión ética y se hayan vendido los activos requeridos, no existe infracción real.

Sacks responde con contundencia y encarga a abogados demandar a los medios por falsedad

Sacks reaccionó de inmediato en X, acusando al NYT de “conectar historias que no constituyen pruebas” y calificando el reportaje de “sensacionalismo sin contenido”. Sacks contraatacó asegurando que el NYT ha lanzado diferentes acusaciones durante los últimos cinco meses, cambiando de argumento cada vez que una era refutada. Subrayó que el artículo infiere intercambios de favores a partir de “casos dispersos”, sin poder sostener la conclusión que proclama el titular.

Esta estrategia de contraataque muestra el profundo descontento de Sacks con la investigación mediática. Considera que el NYT utiliza una táctica de “ir cambiando de blanco”, atacando desde otro ángulo cada vez que una acusación es rechazada. Para Sacks, este seguimiento persistente es una investigación sesgada y dirigida, no un reportaje objetivo.

El portavoz de Sacks respondió que este ha seguido las normas éticas gubernamentales, vendiendo los activos cuyo tratamiento se le requería, y que obtuvo dos cartas de revisión ética antes de incorporarse a la Casa Blanca, una para IA y otra para criptomonedas. Insiste en que el NYT cita información incompleta e incluso induce a error al mezclar activos ya desinvertidos con las actuales responsabilidades de Sacks. El argumento central de esta respuesta es la conformidad procedimental: mientras se sigan los protocolos de revisión ética, no deben imputarse conflictos de interés.

Sacks encargó al reputado bufete estadounidense de difamación Clare Locke el envío de una carta formal acusando al NYT de escribir el reportaje “con una conclusión predeterminada” y de “ignorar deliberadamente” las cartas de revisión ética y las respuestas oficiales. La misiva señala que el NYT insinúa erróneamente que Sacks carece del visto bueno ético en IA y le acusa de influir en políticas para beneficiar sus inversiones, cuando esas inversiones ya se habían vendido dentro del plazo normativo.

El equipo legal critica además que varios de los hechos citados en el reportaje “no existen en absoluto” y exige a los medios “reconsiderar el contenido de su reportaje”. Cabe señalar que la carta no pide una retractación, sino que utiliza el inusual término “abandonar el artículo” (Abandon), lo que ha generado debate. Sin embargo, expertos legales señalan que tal exigencia carece de peso real en la industria periodística y no implica los estándares formales de difamación. Clare Locke es uno de los bufetes de difamación más reputados de EE. UU., especializado en litigios de alto perfil entre clientes famosos y medios, y su intervención demuestra la importancia que Sacks concede a este asunto.

La ley GENIUS y la inversión en BitGo, en el centro de la controversia

Entre los casos de conflicto señalados por el NYT, el marco regulatorio de stablecoins, la “Ley GENIUS”, es el más polémico. Craft Ventures posee un 7,8% de BitGo, que planea salir a bolsa y ofrece servicios de “stablecoin as a service”. El reportaje cuestiona si el zar de IA y cripto, al apoyar activamente la Ley GENIUS y promover la regulación de stablecoins en EE. UU., podría estar beneficiando el futuro de BitGo.

El hilo lógico de la acusación es: Sacks posee acciones de BitGo → impulsa la Ley GENIUS creando un marco regulatorio para stablecoins → BitGo, como proveedor de servicios de stablecoin, se beneficia de un entorno regulatorio claro → la inversión de Sacks aumenta de valor. A primera vista, este razonamiento parece válido. Sin embargo, la defensa de Sacks sostiene que la Ley GENIUS es una iniciativa bipartidista y no depende de él en exclusiva, además de que el marco beneficia al sector de stablecoins en su conjunto, no solo a BitGo.

La cuestión más compleja es si Sacks ya vendió su participación en BitGo. Según su portavoz, los activos señalados ya han sido vendidos, pero el NYT duda del momento y la integridad de las desinversiones. Si Sacks aún conservaba acciones de BitGo tras incorporarse a la Casa Blanca, el argumento de conflicto de intereses sería más sólido; si, en cambio, las vendió dentro del plazo exigido en la revisión ética, la acusación pierde fundamento.

Además, el reportaje subraya la cercana relación de Sacks con varias empresas de IA, y exige mayor transparencia, especialmente por su papel en la política de exportación de chips, operaciones internacionales de chips de IA y la configuración tecnológica de Silicon Valley. Las políticas de exportación de chips afectan enormemente a la industria de IA, y si Sacks mantuviera acciones en empresas del sector mientras diseña esas políticas, constituiría un claro conflicto de intereses.

Reacciones divididas en la industria y el juego de poder en la reconfiguración política

Tras el escándalo, las reacciones en el sector tecnológico y cripto han sido dispares. El CEO de Tether, Paolo Ardoino, y otros referentes del sector han mostrado públicamente su apoyo a Sacks, calificando el reportaje de “carecer de credibilidad” y de ignorar sus recientes aportes en política. Ardoino, una de las figuras más influyentes de la industria cripto, representa al sector que respalda a Sacks, considerando que ha sido clave en impulsar a EE. UU. como país “amigable con las criptomonedas” y que no debe ser acusado de sacar provecho solo por poseer inversiones relacionadas.

Algunos analistas opinan que Sacks, al promover la legislación sobre stablecoins, relajar las restricciones bancarias sobre cripto y dar forma a la estrategia de EE. UU. en IA, se ha posicionado del lado de la “promoción de la innovación”, lo que le convierte en objetivo de ciertos sectores políticos. Esta visión politiza la controversia, interpretando el reportaje del NYT como una respuesta del bloque demócrata a la política tecnológica del gobierno Trump.

Sin embargo, los críticos se centran en el hecho de que Sacks, como inversor en Silicon Valley y asesor gubernamental, encarna una estructura de alto riesgo poco común. Pese a ser empleado especial de gobierno a corto plazo, con un límite de 130 días al año, su asistencia real no es totalmente transparente. Las demandas de transparencia y revelación de relaciones potencialmente conflictivas están en aumento, mientras Sacks defiende que todas las decisiones cuentan con revisión ética y acusa al NYT de priorizar la narrativa sobre los hechos.

Esta controversia surge en un momento en el que EE. UU. atraviesa una reconfiguración regulatoria en IA y un giro en la política de criptomonedas. Sacks, como zar de IA y cripto de la Casa Blanca, desempeña un papel sensible y de gran responsabilidad, cuyas decisiones pueden influir en industrias y mercados. El enfrentamiento público entre el NYT y Sacks se percibe como una muestra de la tensión estructural entre “transparencia y eficiencia”, “regulación e innovación” en la nueva política tecnológica de EE. UU. El desenlace es incierto, pero está claro que la polémica seguirá afectando la confianza en el proceso de elaboración de políticas tecnológicas estadounidenses y constituye una batalla clave en la nueva configuración del poder tecnológico en Washington.

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