En la cumbre DealBook del New York Times, el CEO de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, y el CEO de Coinbase, la mayor plataforma de compraventa de criptomonedas cotizada, compartieron escenario de forma poco habitual para afirmar juntos que las criptomonedas se están integrando cada vez más en el sistema financiero tradicional. Armstrong definió 2025 como el año de inflexión en el que la regulación cripto pasará de una “zona gris” a un marco “completamente transparente”, y desveló que leyes clave sobre la estructura del mercado han logrado avances bipartidistas en el Congreso. Fink, por su parte, compartió su evolución intelectual desde el escepticismo hasta la aceptación y reiteró su teoría del “activo del miedo”. El consenso de estos dos gigantes anticipa que, bajo el doble impulso de la demanda institucional y el progreso legislativo, la industria cripto está entrando en un punto de inflexión de institucionalización sin precedentes.
El punto de inflexión regulatorio ha llegado: Armstrong define “2025, el año decisivo”
Al abordar el entorno regulatorio estadounidense, Brian Armstrong, CEO de Coinbase, hizo una valoración clara y rotunda: “2025 será, de hecho, el año en que la regulación de las criptomonedas pase de un mercado gris a un sistema maduro y completamente iluminado.” Su confianza se basa en los avances sustanciales logrados por el legislativo estadounidense en el último año. Entre ellos, la Ley de Claridad sobre los Pagos con Stablecoins, que proporciona un marco federal claro de regulación para las stablecoins, ya ha sido firmada y se considera el primer paso para desbloquear el estancamiento.
De mayor importancia histórica es que una ley más integral sobre la estructura del mercado de criptomonedas ya ha sido aprobada en la Cámara de Representantes con apoyo bipartidista y está a la espera de su revisión en el Senado. Armstrong es optimista al respecto y cree que será la primera ley de este tipo que también reciba luz verde en el Senado. Este conjunto de medidas legislativas otorga una certeza jurídica inédita al sector, permitiendo así que las instituciones financieras tradicionales participen con menor riesgo de cumplimiento. Armstrong califica la política de la anterior administración como un “intento ilegal de asfixiar la industria”, lo que provocó una fuga masiva de negocios y talento al extranjero, en detrimento del consumidor estadounidense y de la competitividad nacional.
Para impulsar la creación de un entorno regulatorio más favorable, el sector cripto ha demostrado también una potente capacidad de movilización política. Armstrong mencionó especialmente el super PAC Fairshake, apoyado por la industria, que ha recaudado más de 78 millones de dólares en el ciclo electoral de 2024 para respaldar a candidatos pro-cripto y ya mira hacia las elecciones legislativas de 2026. Esta participación política “votando con los pies” está convirtiendo la voluntad de más de 52 millones de usuarios estadounidenses de criptomonedas en una influencia política tangible, marcando una nueva etapa en la que el lobby del sector pasa de una actitud defensiva a moldear activamente las reglas del juego.
Evolución intelectual de Fink: del “índice de blanqueo” al “activo del miedo”
A diferencia de la perspectiva interna de Armstrong, la transformación de Larry Fink, CEO de BlackRock, representa la profunda evolución cognitiva de la máxima dirección financiera tradicional. En la entrevista, Fink recordó con franqueza cómo en el pasado llegó a calificar el bitcoin como “índice de blanqueo de dinero” y explicó los motivos de su cambio de opinión. Fink señaló que en su cargo se reúne cada año con miles de clientes y líderes gubernamentales, y que estos diálogos van moldeando sus ideas. El cambio en su visión sobre bitcoin es, según él, “un ejemplo muy público” de cómo sus ideas evolucionan con los tiempos.
Hoy, Fink no solo reconoce el gran potencial de uso del bitcoin, sino que lo encuadra dentro de un riguroso marco de análisis macroeconómico. Reiteró su célebre teoría del “activo del miedo”, señalando que la gente posee bitcoin por preocupaciones profundas sobre su seguridad física y financiera. A más largo plazo, el factor clave es la necesidad de cubrirse ante la continua devaluación de los activos fiduciarios provocada por los déficits fiscales. Esta teoría, que parece restar brillo al halo utópico tecnológico de bitcoin, en realidad le otorga un lugar sólido y cuantificable en la teoría tradicional de asignación de activos: una herramienta de cobertura potencial ante incertidumbres extremas (geopolítica, devaluación monetaria).
La transformación de Fink se refleja en la actuación de BlackRock. La firma no solo es emisora de un ETF de bitcoin al contado, sino que su fondo IBIT se ha convertido a gran velocidad en uno de los productos más grandes del mercado. Esta sintonía entre “discurso” y “acción” lanza una señal inequívoca para toda la industria de gestión de activos tradicional: la era de ignorar los criptoactivos ha terminado; comprender, valorar y asignar este nuevo tipo de activos es una lección obligatoria para la competitividad futura. Los argumentos públicos de Fink proporcionan, además, un marco narrativo “comprensible” para muchos colegas aún expectantes.
Resumen de puntos clave y datos
Avances regulatorios:
Leyes clave: La Ley de Claridad sobre los Pagos con Stablecoins ya está en vigor; una ley integral sobre la estructura del mercado ha sido aprobada en la Cámara de Representantes con apoyo bipartidista y espera votación en el Senado.
Valoración del sector: Armstrong califica 2025 como el año de inflexión de la regulación cripto, pasando de “gris” a “clara”.
Influencia política del sector:
Comité de acción política: Fairshake ha recaudado más de 78 millones de dólares en 2024 para apoyar a candidatos pro-cripto.
Base de usuarios: EE. UU. cuenta con aproximadamente 52 millones de usuarios de criptomonedas, constituyendo un grupo importante de votantes y consumidores.
Opiniones de los gigantes:
Larry Fink: Ha pasado públicamente de crítico a aceptador, definiendo bitcoin como “activo del miedo” para cubrirse ante inquietudes sobre seguridad y devaluación monetaria.
Brian Armstrong: Critica las políticas de la administración anterior por provocar la fuga del sector, y predice que en 1-2 años los bancos abrazarán de manera proactiva las stablecoins y pagarán rendimientos.
Respuesta a los escépticos tradicionales: Armstrong cree que el contexto generacional de Buffett y Munger dificulta que comprendan la idea del “oro digital” descentralizado basado en internet.
Respuesta a Buffett y Munger: brecha generacional y ascenso del “oro digital”
Preguntado por las duras críticas de Warren Buffett y el difunto Charlie Munger a bitcoin (como “veneno para ratas” o “sin valor alguno”), Brian Armstrong mostró una actitud de confianza y comprensión. Afirmó que, en la coyuntura actual, bitcoin “no tiene ninguna posibilidad” de llegar a valer cero. Analizó que Buffett y Munger crecieron en una época en la que EE. UU. dominaba sin discusión y el dólar era incuestionable, y su filosofía de inversión está enraizada en ese contexto histórico.
Armstrong señaló que bitcoin, como nuevo “oro digital”, es precisamente el refugio buscado en tiempos de incertidumbre global. Por ello, resulta muy difícil para quienes crecieron bajo el paradigma anterior comprender y aceptar un mundo más descentralizado y basado en internet. Esta respuesta evita la discusión técnica y se centra en las diferencias generacionales y narrativas macroeconómicas, explicando la brecha fundamental entre los gigantes tradicionales del value investing y la cosmovisión nativa cripto. No es solo una cuestión de activos, sino un choque de paradigmas sobre el almacenamiento y transmisión de valor en el futuro.
En realidad, este tipo de conflictos de ideas se repite en la historia financiera. Cada gran innovación —desde las acciones y los bonos, hasta los derivados o los ETF— fue objeto de escepticismo y burla por parte de los guardianes del antiguo sistema. Lo que viven bitcoin y las criptomonedas es solo el último capítulo de este largo río histórico. Armstrong reconoce los logros y limitaciones de los predecesores, pero defiende con convicción la inevitabilidad de que lo nuevo rompa con los viejos prejuicios y sea finalmente aceptado por la historia.
Bancos y stablecoins: el “dilema del innovador” en juego
Otro punto destacado de la entrevista giró en torno al posible impacto de las stablecoins en el sistema bancario tradicional. Preguntado sobre si los bancos temen la fuga de depósitos hacia sistemas tokenizados, Armstrong señaló sin rodeos que, en esencia, los bancos buscan proteger sus márgenes de beneficio. Cree que los bancos deberían ofrecer intereses y recompensas más competitivas a sus clientes, pero en su lugar intentan frenar a las criptomonedas influenciando las reglas regulatorias (“captura regulatoria”).
A continuación, Armstrong hizo una predicción audaz: no solo los bancos no se resistirán siempre, sino que pronto empezarán a abrazar las stablecoins. Señaló que ya se observan indicios de esta tendencia y aventuró que en uno o dos años los bancos anunciarán su intención de pagar intereses y rendimientos sobre stablecoins desde sus propios sistemas. Explicó el fenómeno con la teoría empresarial clásica del “dilema del innovador”: los bancos más avanzados verán la oportunidad y apostarán por ella, mientras que los reacios al cambio quedarán rezagados.
Esta valoración revela la lógica interna de la evolución financiera. La eficiencia y reducción de costes que aporta la tecnología es una tendencia irreversible. Las stablecoins tienen ventajas evidentes como herramientas de pago y liquidación; por tanto, a los bancos les conviene integrarlas en vez de luchar contra ellas. De hecho, algunas entidades financieras visionarias ya exploran emitir sus propias stablecoins o integrarse en redes existentes. La predicción de Armstrong apunta hacia un futuro de convivencia: los bancos tradicionales aprovecharán su credibilidad y cumplimiento normativo, mientras combinan la eficiencia tecnológica de las stablecoins para construir juntos la próxima generación de infraestructuras financieras. El desenlace de esta partida definirá la configuración financiera mundial de la próxima década.
Leyes clave de la regulación cripto estadounidense y paralelismos históricos del “activo del miedo”
Panorama de la legislación clave en regulación cripto en EE. UU.
Ley de Claridad sobre los Pagos con Stablecoins: Ya firmada por el presidente. Establece un marco federal de registro y regulación para emisores de stablecoins, define los requisitos de reservas y sienta las bases legales para el sector.
Ley integral de estructura de mercado (pendiente): Ya aprobada en la Cámara de Representantes. Busca definir si los criptoactivos son valores o materias primas, delimita las competencias de la SEC y la CFTC, y proporciona rutas de licencia para exchanges, custodios y otros actores clave. Su tramitación en el Senado es el centro de atención actual.
Perspectivas futuras: Tras estos dos pilares, es previsible que se desarrollen normas sobre DeFi, NFT y otros sectores específicos, construyendo un sistema regulatorio multinivel que cubra las principales actividades.
“Activos del miedo” en la historia financiera: del oro al bitcoin
El concepto de “activo del miedo” no es nuevo. Históricamente, el oro ha sido el ejemplo más clásico, con buen desempeño en guerras, crisis económicas e hiperinflaciones. El franco suizo, por su neutralidad y estabilidad, también es considerado moneda refugio. Que Fink sitúe al bitcoin en esta categoría es un paralelismo con los activos tradicionales de cobertura, aunque su volatilidad sea mucho mayor. La clave de este paralelismo es reconocer que, en un contexto de incertidumbre global y cuestionamiento de la soberanía crediticia, existe una necesidad real y urgente de un activo resistente a la censura, no soberano y de oferta absolutamente limitada. Bitcoin aspira a ocupar ese papel en la era digital.
Cuando el CEO de BlackRock, que gestiona 10 billones de dólares, y el CEO de Coinbase, que representa a 52 millones de usuarios, se sientan juntos para esbozar el futuro de los criptoactivos, la línea divisoria de una época queda clara. Ya no es una lucha de rebeldes contra el establishment, sino un diálogo profundo entre el sistema financiero tradicional en evolución y las nuevas fuerzas emergentes que se incorporan aceleradamente. La teoría del “activo del miedo” de Fink y la visión de Armstrong sobre el “año de inflexión regulatorio” delinean desde dos perspectivas una misma trayectoria: las criptomonedas están siendo sistemáticamente deconstruidas, analizadas, definidas y, con cautela, tejidas en la red global financiera. Los faros regulatorios se encienden, los gigantes institucionales ya han atracado, y el próximo capítulo ya no será sobre “si se aceptan”, sino sobre “cómo bailan juntos”. Para cada participante del mercado, comprender la lógica de este diálogo es, probablemente, más importante que predecir la volatilidad de mañana.
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BlackRock y el CEO de Coinbase debaten: en 2025, los criptoactivos están entrando plenamente en la corriente principal de las finanzas
En la cumbre DealBook del New York Times, el CEO de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, y el CEO de Coinbase, la mayor plataforma de compraventa de criptomonedas cotizada, compartieron escenario de forma poco habitual para afirmar juntos que las criptomonedas se están integrando cada vez más en el sistema financiero tradicional. Armstrong definió 2025 como el año de inflexión en el que la regulación cripto pasará de una “zona gris” a un marco “completamente transparente”, y desveló que leyes clave sobre la estructura del mercado han logrado avances bipartidistas en el Congreso. Fink, por su parte, compartió su evolución intelectual desde el escepticismo hasta la aceptación y reiteró su teoría del “activo del miedo”. El consenso de estos dos gigantes anticipa que, bajo el doble impulso de la demanda institucional y el progreso legislativo, la industria cripto está entrando en un punto de inflexión de institucionalización sin precedentes.
El punto de inflexión regulatorio ha llegado: Armstrong define “2025, el año decisivo”
Al abordar el entorno regulatorio estadounidense, Brian Armstrong, CEO de Coinbase, hizo una valoración clara y rotunda: “2025 será, de hecho, el año en que la regulación de las criptomonedas pase de un mercado gris a un sistema maduro y completamente iluminado.” Su confianza se basa en los avances sustanciales logrados por el legislativo estadounidense en el último año. Entre ellos, la Ley de Claridad sobre los Pagos con Stablecoins, que proporciona un marco federal claro de regulación para las stablecoins, ya ha sido firmada y se considera el primer paso para desbloquear el estancamiento.
De mayor importancia histórica es que una ley más integral sobre la estructura del mercado de criptomonedas ya ha sido aprobada en la Cámara de Representantes con apoyo bipartidista y está a la espera de su revisión en el Senado. Armstrong es optimista al respecto y cree que será la primera ley de este tipo que también reciba luz verde en el Senado. Este conjunto de medidas legislativas otorga una certeza jurídica inédita al sector, permitiendo así que las instituciones financieras tradicionales participen con menor riesgo de cumplimiento. Armstrong califica la política de la anterior administración como un “intento ilegal de asfixiar la industria”, lo que provocó una fuga masiva de negocios y talento al extranjero, en detrimento del consumidor estadounidense y de la competitividad nacional.
Para impulsar la creación de un entorno regulatorio más favorable, el sector cripto ha demostrado también una potente capacidad de movilización política. Armstrong mencionó especialmente el super PAC Fairshake, apoyado por la industria, que ha recaudado más de 78 millones de dólares en el ciclo electoral de 2024 para respaldar a candidatos pro-cripto y ya mira hacia las elecciones legislativas de 2026. Esta participación política “votando con los pies” está convirtiendo la voluntad de más de 52 millones de usuarios estadounidenses de criptomonedas en una influencia política tangible, marcando una nueva etapa en la que el lobby del sector pasa de una actitud defensiva a moldear activamente las reglas del juego.
Evolución intelectual de Fink: del “índice de blanqueo” al “activo del miedo”
A diferencia de la perspectiva interna de Armstrong, la transformación de Larry Fink, CEO de BlackRock, representa la profunda evolución cognitiva de la máxima dirección financiera tradicional. En la entrevista, Fink recordó con franqueza cómo en el pasado llegó a calificar el bitcoin como “índice de blanqueo de dinero” y explicó los motivos de su cambio de opinión. Fink señaló que en su cargo se reúne cada año con miles de clientes y líderes gubernamentales, y que estos diálogos van moldeando sus ideas. El cambio en su visión sobre bitcoin es, según él, “un ejemplo muy público” de cómo sus ideas evolucionan con los tiempos.
Hoy, Fink no solo reconoce el gran potencial de uso del bitcoin, sino que lo encuadra dentro de un riguroso marco de análisis macroeconómico. Reiteró su célebre teoría del “activo del miedo”, señalando que la gente posee bitcoin por preocupaciones profundas sobre su seguridad física y financiera. A más largo plazo, el factor clave es la necesidad de cubrirse ante la continua devaluación de los activos fiduciarios provocada por los déficits fiscales. Esta teoría, que parece restar brillo al halo utópico tecnológico de bitcoin, en realidad le otorga un lugar sólido y cuantificable en la teoría tradicional de asignación de activos: una herramienta de cobertura potencial ante incertidumbres extremas (geopolítica, devaluación monetaria).
La transformación de Fink se refleja en la actuación de BlackRock. La firma no solo es emisora de un ETF de bitcoin al contado, sino que su fondo IBIT se ha convertido a gran velocidad en uno de los productos más grandes del mercado. Esta sintonía entre “discurso” y “acción” lanza una señal inequívoca para toda la industria de gestión de activos tradicional: la era de ignorar los criptoactivos ha terminado; comprender, valorar y asignar este nuevo tipo de activos es una lección obligatoria para la competitividad futura. Los argumentos públicos de Fink proporcionan, además, un marco narrativo “comprensible” para muchos colegas aún expectantes.
Resumen de puntos clave y datos
Avances regulatorios:
Influencia política del sector:
Opiniones de los gigantes:
Respuesta a los escépticos tradicionales: Armstrong cree que el contexto generacional de Buffett y Munger dificulta que comprendan la idea del “oro digital” descentralizado basado en internet.
Respuesta a Buffett y Munger: brecha generacional y ascenso del “oro digital”
Preguntado por las duras críticas de Warren Buffett y el difunto Charlie Munger a bitcoin (como “veneno para ratas” o “sin valor alguno”), Brian Armstrong mostró una actitud de confianza y comprensión. Afirmó que, en la coyuntura actual, bitcoin “no tiene ninguna posibilidad” de llegar a valer cero. Analizó que Buffett y Munger crecieron en una época en la que EE. UU. dominaba sin discusión y el dólar era incuestionable, y su filosofía de inversión está enraizada en ese contexto histórico.
Armstrong señaló que bitcoin, como nuevo “oro digital”, es precisamente el refugio buscado en tiempos de incertidumbre global. Por ello, resulta muy difícil para quienes crecieron bajo el paradigma anterior comprender y aceptar un mundo más descentralizado y basado en internet. Esta respuesta evita la discusión técnica y se centra en las diferencias generacionales y narrativas macroeconómicas, explicando la brecha fundamental entre los gigantes tradicionales del value investing y la cosmovisión nativa cripto. No es solo una cuestión de activos, sino un choque de paradigmas sobre el almacenamiento y transmisión de valor en el futuro.
En realidad, este tipo de conflictos de ideas se repite en la historia financiera. Cada gran innovación —desde las acciones y los bonos, hasta los derivados o los ETF— fue objeto de escepticismo y burla por parte de los guardianes del antiguo sistema. Lo que viven bitcoin y las criptomonedas es solo el último capítulo de este largo río histórico. Armstrong reconoce los logros y limitaciones de los predecesores, pero defiende con convicción la inevitabilidad de que lo nuevo rompa con los viejos prejuicios y sea finalmente aceptado por la historia.
Bancos y stablecoins: el “dilema del innovador” en juego
Otro punto destacado de la entrevista giró en torno al posible impacto de las stablecoins en el sistema bancario tradicional. Preguntado sobre si los bancos temen la fuga de depósitos hacia sistemas tokenizados, Armstrong señaló sin rodeos que, en esencia, los bancos buscan proteger sus márgenes de beneficio. Cree que los bancos deberían ofrecer intereses y recompensas más competitivas a sus clientes, pero en su lugar intentan frenar a las criptomonedas influenciando las reglas regulatorias (“captura regulatoria”).
A continuación, Armstrong hizo una predicción audaz: no solo los bancos no se resistirán siempre, sino que pronto empezarán a abrazar las stablecoins. Señaló que ya se observan indicios de esta tendencia y aventuró que en uno o dos años los bancos anunciarán su intención de pagar intereses y rendimientos sobre stablecoins desde sus propios sistemas. Explicó el fenómeno con la teoría empresarial clásica del “dilema del innovador”: los bancos más avanzados verán la oportunidad y apostarán por ella, mientras que los reacios al cambio quedarán rezagados.
Esta valoración revela la lógica interna de la evolución financiera. La eficiencia y reducción de costes que aporta la tecnología es una tendencia irreversible. Las stablecoins tienen ventajas evidentes como herramientas de pago y liquidación; por tanto, a los bancos les conviene integrarlas en vez de luchar contra ellas. De hecho, algunas entidades financieras visionarias ya exploran emitir sus propias stablecoins o integrarse en redes existentes. La predicción de Armstrong apunta hacia un futuro de convivencia: los bancos tradicionales aprovecharán su credibilidad y cumplimiento normativo, mientras combinan la eficiencia tecnológica de las stablecoins para construir juntos la próxima generación de infraestructuras financieras. El desenlace de esta partida definirá la configuración financiera mundial de la próxima década.
Leyes clave de la regulación cripto estadounidense y paralelismos históricos del “activo del miedo”
Panorama de la legislación clave en regulación cripto en EE. UU.
“Activos del miedo” en la historia financiera: del oro al bitcoin
El concepto de “activo del miedo” no es nuevo. Históricamente, el oro ha sido el ejemplo más clásico, con buen desempeño en guerras, crisis económicas e hiperinflaciones. El franco suizo, por su neutralidad y estabilidad, también es considerado moneda refugio. Que Fink sitúe al bitcoin en esta categoría es un paralelismo con los activos tradicionales de cobertura, aunque su volatilidad sea mucho mayor. La clave de este paralelismo es reconocer que, en un contexto de incertidumbre global y cuestionamiento de la soberanía crediticia, existe una necesidad real y urgente de un activo resistente a la censura, no soberano y de oferta absolutamente limitada. Bitcoin aspira a ocupar ese papel en la era digital.
Cuando el CEO de BlackRock, que gestiona 10 billones de dólares, y el CEO de Coinbase, que representa a 52 millones de usuarios, se sientan juntos para esbozar el futuro de los criptoactivos, la línea divisoria de una época queda clara. Ya no es una lucha de rebeldes contra el establishment, sino un diálogo profundo entre el sistema financiero tradicional en evolución y las nuevas fuerzas emergentes que se incorporan aceleradamente. La teoría del “activo del miedo” de Fink y la visión de Armstrong sobre el “año de inflexión regulatorio” delinean desde dos perspectivas una misma trayectoria: las criptomonedas están siendo sistemáticamente deconstruidas, analizadas, definidas y, con cautela, tejidas en la red global financiera. Los faros regulatorios se encienden, los gigantes institucionales ya han atracado, y el próximo capítulo ya no será sobre “si se aceptan”, sino sobre “cómo bailan juntos”. Para cada participante del mercado, comprender la lógica de este diálogo es, probablemente, más importante que predecir la volatilidad de mañana.